jueves, mayo 04, 2006

La entrega de los Pulitzer

MEDIOS
JAMES RISEN Y ERIC LICHTBLAU, DEL NYT, HABIAN ACUSADO A BUSH POR ESCUCHAS ILEGALES


Premiaron a dos periodistas que no revelaron sus fuentes pese a las presiones.
El juego de presiones —infernales— entre la prensa y el gobierno de los Estados Unidos a partir de la guerra de Irak sigue en eclosión y la última entrega de los Premios Pulitzer lo evidencia con crudeza. Esta vez, el galardón políticamente más significativo lo ganaron James Risen y Eric Lichtblau, de The New York Times. Habían realizado una serie de precisos artículos en los que denunciaron un aluvión de escuchas telefónicas ilegales realizadas con el conocimiento y el consentimiento del presidente George Bush, con la intención de detectar terroristas allí donde pudiera oírlos. Las escuchas se perpetraron sistemáticamente desde 2001 y sin aprobación parlamentaria

Se precipitó entonces una batalla legal en la que el diario presentó una demanda para que el Departamento de Defensa diera a luz los documentos secretos pergeñados por la administración Bush para diagramar el sistema de espionaje telefónico. La parafernalia de escuchas estaba funcionando sobre rieles no jurídicos y los periodistas de The New York Times la fueron desmontando con su investigación. La primera noticia salió en diciembre en el diario y desde entonces la Casa Blanca trató por todos los medios de obligar a James Risen y a Erich Lichtblau, los periodistas de NYT, a revelar sus fuentes, Otra vez desvelaba al gobierno la figura metafórica de Garganta Profunda. No lo hicieron. No revelaron sus fuentes. Mantuvieron su mutismo, y por esa resistencia cívica y periodística fueron ahora premiados con el Pulitzer que otorga la Universidad de Columbia, en general prodemócrata. El Departamento de Justicia de Washington y el Pentágono mismo se aunaron para presionar a los periodistas, advirtiendo todo el peso jurisprudencial que podrían descargar sobre quienes estaban revelando sus secretos, bajo el pretexto de que ponían en peligro la seguridad de los EE.UU.

The New York Times contraatacó, claro, aludiendo a la Ley de Acceso a la Información Pública (Freeedom of Information Act), que exige a los funcionarios revelar la información pública y no precisamente a los periodistas revelar sus fuentes.

Los funcionarios mantuvieron su mutismo, pero la revelación de las escuchas desató un inmenso debate en todo el país y además tiene una cierta analogía con el Watergate. Lejana, sí, porque demasiadas veces se han establecido paralelos con Watergate. Pero en este caso, como en aquél, la añeja "tecnopolítica" del espionaje es el eje de la cuestión. El espionaje ilegal, claro.

También hubo Pulitzer para los medios y los periodistas que cubrieron en las peores condiciones materiales el horror del Huracán Katrina, y a las controversias sobre las escuchas se sumaron las imágenes, las fotos del espanto sembrado por el viento imparable del huracán. Ese collage no favoreció al establishment de Washington, pero sí a la sociedad. Exhibirlo y premiarlo es una evidencia del rol central del periodismo.

Miguel Wiñazki
mwinazki@clarin.com

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