jueves, abril 06, 2006

Enfocando en la información

Por Jorge Figueroa

a) Desde hace siglos que se sabe que la hoja o la tela en blanco para los periodistas o los artistas constituyen un desafío. El blanco tan temido, a la vuelta de los tiempos, y con los descubrimientos físico-químicos, vino a ser, nada menos, la suma de los colores, y éstos, la descomposición de aquel.
b) A lo largo de la historia del siglo XX, en el arte y en el diseño, dos corrientes parecen sucederse una a la otra, y hasta presentarse simultáneamente: el barroco y el racionalismo, con su derivados como el rococó y el minimalismo.
c) El barroco no sólo es un estilo particular: es una categoría estética, que si quisiera ser comprendida en una palabra, tal vez, el exceso sería la más adecuada. Exceso de formas, exceso de imágenes, exceso de contenidos...exceso de íconos. El minimalismo, por el contrario, aspira a la austeridad y al despojamiento, apoyado en una fuerte geometría, porque precisamente, detrás de cada objeto, hay un rectángulo, un triángulo o un prisma. (el pintor Paul Cezzane había demostrado a fines del siglo XIX que el cuerpo humano podía representarse a través de estas figuras).
d) Si se tratan de axiomas, para el barroco podría ser cuanto más, mejor; para el minimalismo, se invertiría: cuanto menos, mejor.

Apuntes para un debate
Con la incorporación del color en los medios gráficos, que se generalizó en Argentina en los años 90, pareció haber llegado el momento en que todo era necesario. Las páginas se planteaban con una gran profusión de iconografía y el abigarramiento de imágenes y notas. Iconos, barras, signos gráficos, en definitiva, parecían responder al propósito más general del diseño, cual es, el de embellecer el producto.
Los periodistas nos quejábamos por el imperio del diseño; pero más, porque de repente veíamos que las crónicas se empequeñecían ante la dimensión que cobraban las imágenes. Surgieron disputas estériles entre la fotografía y la escritura, cuando era claro que ambos son lenguajes aptos para la información. La infografía surgió como un puente de enlace, pero no terminó de resolver esa falsa antinomia.
Si bien se ve, la misma profusión impedía la jerarquización de una noticia o de un análisis, por más signos identificatorios que se utilizaran.
Casi simultáneamente, el minimalismo empezó a imponerse como un estilo más refinado y elegante. La tendencia, que hundía sus raíces en la escuela alemana de la Bauhaus (1920), y en el minimalismo de los años 60, se difundió rápidamente en el diseño de interiores y en el de indumentaria, para trasladarse luego a la arquitectura. ¿Y qué no es el diseño de un diario, sino su arquitectura?

Exigencias
La máxima preferida utilizada por los minimalistas es dar más con menos. Sus características centrales son la mínima complejidad y el máximo orden en la presentación.
Si el rediseño de La Gaceta se alineará en esta tendencia, porque procurará una limpieza profunda de todos aquellos elementos que obstruyen o distraen al lector de la información.
El rediseño acompañará, de este modo, la transformación que internacionalmente están desarrollando los medios gráficos; a saber, de ser simplemente medios de comunicación, para convertirse en instrumentos de análisis y de reflexión, en los que se brinde al lector herramientas para la comprensión de la realidad.
El proceso implicará un mayor desafío en los periodistas, porque, inevitablemente, el lector abordará el diario con un mayor grado de concentración. Dar más con menos, es un concepto. Significará, en otras palabra una doble exigencia: 1) qué información jerarquizar; 2) cómo hacerlo.
Desde este punto de vista, me parece evidente que el rediseño traslada mayor responsabilidad al periodista. ¿Cómo responder el reclamo?
Uno de los caminos insalvables, es la mayor preparación profesional, lo que devendrá en una especialización, al menos en algunas secciones. Los periodistas, que propondrán análisis y reflexión, obvio, necesitan una capacitación específica del tema de que se trate.
Aquel lugar común de que los hombres de prensa son los que conocen un poco de todo, pierde absolutamente su valor para los periodistas gráficos, aunque tal vez lo conserve para los noteros de la televisión.

Jorge Figueroa es doctor en Artes en la Universidad Nacional de Tucumán y periodista del diario La Gaceta de Tucumán.